El Umbral

Esta pintura cierra la serie.

Es la única donde muestro mi rostro y te miro a través del retrovisor.
Hasta ahora, las demás obras eran pensamientos: formas que mi mente construyó para entender el duelo.
No son recuerdos, sino reflexiones de lo que fue, de lo que cambió, de quién soy después.

En todas llueve, porque cuando uno vive en duelo, la mente se nubla.
No ves con claridad. Lloras todos los días.

Pero aquí, la lluvia se detiene por un momento.
No porque haya terminado, sino porque aprendí a vivir con ella.
Ya no lloro todos los días, pero sigo llorando a mi papá.
La lluvia no se va para siempre; solo descansa un rato.

El aeropuerto y los aviones pertenecen a su memoria.
La casita representa mi anhelo de un hogar con él dentro -
un lugar que ya no existe y al que nunca podré regresar.

El retrovisor es un umbral: no solo refleja mi rostro, sino la conciencia de ser visto.
Durante toda la serie, has estado dentro de mis pensamientos, observando cómo se transforman.
Pero ahora soy yo quien te mira.

En el carro suena “DTMF” de Bad Bunny.
Esta pintura es ese respiro -
un instante de claridad en medio del mismo cielo que nunca deja de llover.